El caso de Clara: cómo superar el síndrome de abstinencia emocional en una relación tóxica

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Sílvia Duran

Doctora en Psicología y Psicóloga Sanitaria

Las relaciones afectivas pueden ser una fuente inmensa de bienestar, pero también de dolor. A veces, tomar la decisión de dejar una relación tóxica no es lo más difícil. Lo verdaderamente desafiante viene antes: cuando, a pesar de reconocer que no estamos bien, seguimos enganchadas a alguien que nos hace daño, como si algo más fuerte que la razón nos impidiera cortar del todo. 

Muchas personas llegan a consulta con esta sensación: “Sé que no me hace bien, pero no puedo soltar”. Lejos de ser una cuestión de voluntad o debilidad, esto tiene una base neuroemocional. Lo que ocurre es lo que se conoce como “síndrome de abstinencia emocional”: un proceso psicológico similar al de una adicción, que dificulta dejar esa relación a pesar del malestar que genera. 

Comprender las bases neurobiológicas y emocionales de esta dependencia es fundamental para poder acompañar a quien atraviesa esta situación y ofrecer herramientas efectivas para la recuperación. Lo exploramos a través del caso de Clara.

El caso de Clara

Clara, una mujer de 34 años, acude a terapia porque siente mucho dolor en su relación de pareja pero aunque es consciente de ello y de que su pareja la trata con indiferencia y a veces con manipulación emocional, no logra dejar la relación. Siente una mezcla de tristeza, ansiedad y una necesidad constante de buscar señales de afecto, aunque sean esporádicas o confusas. En terapia, Clara comienza a entender que está experimentando una especie de “mono emocional”, comparable a una abstinencia, que se produce por la alternancia entre momentos de atención y rechazo, lo que se llama refuerzo intermitente.

Bases científicas que explican el fenómeno

Estudios neurocientíficos indican que el amor romántico activa los mismos circuitos cerebrales que las adicciones, especialmente los sistemas de recompensa y regulación emocional (Fisher, Brown, Aron, Strong & Mashek, 2010). Estos mecanismos explican por qué la persona puede sentirse “enganchada” a otra a pesar del dolor que esa relación le provoca.

Además, el concepto de adicciones conductuales nos ayuda a comprender cómo comportamientos repetitivos en el contexto emocional, como buscar aprobación o atención, pueden generar patrones compulsivos similares a los observados en adicciones a sustancias (Holden, 2001).

Desde el punto de vista del apego, la teoría polivagal de Porges (2011) aporta claves sobre cómo el sistema nervioso regula nuestras respuestas emocionales y de vínculo, y por qué en relaciones tóxicas el sistema de alerta puede estar hiperactivado, dificultando la desconexión emocional.

También es importante considerar el contexto familiar y los patrones relacionales previos que condicionan la dependencia emocional. La tesis de Rojas Gonzales (2021) demuestra la influencia del funcionamiento familiar en la generación de vínculos dependientes, mientras que la terapia de esquemas (Young, Klosko & Weishaar, 2003) ofrece herramientas para identificar y modificar estos patrones disfuncionales.

Finalmente, la obra de Maté (2020) subraya la conexión entre estrés, cuerpo y emociones, explicando cómo la tensión acumulada puede mantenernos atrapados en ciclos dañinos, y la necesidad de un abordaje integral para la recuperación.

A estas variables se suma un factor social clave: el discurso coercitivo dominante, que moldea nuestras creencias sobre el amor y la atracción, normalizando relaciones basadas en el control, la intensidad y la dependencia emocional. Este discurso se transmite a través de la cultura popular y puede hacer que relaciones con dinámicas abusivas se vivan como románticas o deseables.

En este marco, el concepto de control coercitivo (Stark, 2007) resulta especialmente relevante, ya que describe cómo muchas relaciones disfuncionales se mantienen no solo por la violencia explícita, sino por estrategias de dominación más sutiles como la manipulación emocional, la desvalorización o el aislamiento. Investigaciones recientes (Stark & Hester, 2019) advierten que este tipo de control puede pasar desapercibido e incluso estar culturalmente normalizado, dificultando la salida del vínculo.

Cómo acompañar y avanzar

En el proceso terapéutico de Clara, uno de los primeros pasos fue ayudarla a validar lo que estaba sintiendo: ese “enganche” emocional que parecía irracional tenía, en realidad, una base neurobiológica comprensible. Nombrar lo que le ocurría como “síndrome de abstinencia emocional” le permitió comenzar a soltar la culpa y entender que no era una cuestión de falta de carácter, sino un patrón que su mente y cuerpo habían aprendido y repetían de forma automática.

Psicoeducar para comprender

Uno de los pilares del acompañamiento fue ofrecerle información clara y accesible sobre cómo funciona el sistema de recompensa cerebral en el contexto de una relación tóxica. A través del refuerzo intermitente, una dinámica que se crea a través del afecto esporádico combinado con rechazo, Clara había desarrollado una dependencia muy similar a una adicción. Comprender este mecanismo le permitió tomar distancia emocional y empezar a observar sus reacciones sin juzgarse.

Regular el sistema nervioso

Desde la mirada de la teoría polivagal, trabajamos activamente en ayudarla a recuperar la sensación de seguridad interna. Cuando el sistema nervioso permanece en un estado de alerta constante, cualquier desconexión, por más dolorosa que sea la relación, se percibe como amenaza. Mediante ejercicios de respiración, técnicas de grounding y movimientos corporales suaves, fue posible ir disminuyendo esa hiperactivación y ampliar su capacidad de respuesta consciente.

Abordar los patrones de apego

Explorar la historia vincular de Clara permitió detectar una base de apego inseguro y un patrón repetitivo en sus relaciones sentimentales. Utilizando diferentes herramientas de juego simbólico y a través de la psicoeducación observamos como en la historia de Clara teníamos un trauma de apego y una  niña interior que se había sentido abandonada, eso provocaba una búsqueda compulsiva de amor que estaba activa en sus vínculos. A partir de ahí, se trabajaron estrategias para construir una voz interna más cuidadora, aprender a poner límites y sostener su malestar sin ceder a la urgencia del contacto.

Cuestionar el discurso amoroso dominante

Un componente fundamental fue revisar los mensajes culturales que Clara había interiorizado sobre el amor. En espacios como el taller “Porque yo lo valgo”, se abordaron temas como el discurso coercitivo y la romantización de la dependencia emocional. Cuestionar esas creencias no solo ayudó a Clara a entender por qué había tolerado ciertas conductas, sino también a recuperar una visión más crítica y saludable de lo que significa amar y ser amada.

Fortalecer la autonomía y el sentido del yo

A medida que avanzaba el proceso, se fue poniendo énfasis en fortalecer su autoestima. Esto no implicaba solo “sentirse bien consigo misma”, sino también reconocer su valor independientemente del vínculo y poder sostener decisiones que antes parecían imposibles. Se trabajaron habilidades para poner límites, tomar decisiones desde el deseo propio y construir redes afectivas fuera de la pareja.

Acompañamiento constante y mirada integral

La superación de una relación tóxica no es un camino lineal. Hubo momentos de avance y otros de retroceso, pero lo importante fue mantener una presencia terapéutica que ofreciera seguridad, sin juicio, y con herramientas concretas. El enfoque integrador combinó el trabajo corporal, emocional, cognitivo y social  y permitió a Clara avanzar hacia una versión de sí misma más libre, más consciente y más conectada consigo misma.

Conclusión

Superar una relación tóxica implica mucho más que “simplemente dejarla”. Entender el síndrome de abstinencia emocional como un proceso neurobiológico y psicológico que genera dependencia ayuda a desmitificar la experiencia y ofrecer herramientas científicamente fundamentadas para la sanación y la reconstrucción personal.

Bibliografia

Fisher, H. E., Aron, A., & Brown, L. L. (2006). Romantic love: An fMRI study of a neural mechanism for mate choice. Journal of Comparative Neurology, 493(1), 58–62. https://doi.org/10.1002/cne.20894

Fisher, H. E., Brown, L. L., Aron, A., Strong, G., & Mashek, D. (2010). Reward, addiction, and emotion regulation systems associated with rejection in love. Journal of Neurophysiology, 104(1), 51–60. https://doi.org/10.1152/jn.00784.2009

Holden, C. (2001). ‘Behavioral’ addictions: Do they exist? Science, 294(5544), 980–982. https://doi.org/10.1126/science.294.5544.980

Maté, G. (2020). Cuando el cuerpo dice “no”: La conexión entre el estrés y la enfermedad. Gaia Ediciones.

Porges, S. W. (2011). The polyvagal theory: Neurophysiological foundations of emotions, attachment, communication, and self-regulation. W. W. Norton & Company.

Rojas Gonzales, E. (2021). Funcionamiento familiar y dependencia emocional en madres beneficiarias del Programa Vaso de Leche – Ayacucho, 2021 [Tesis de licenciatura, Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote]. Repositorio Institucional ULADECH. https://repositorio.uladech.edu.pe/handle/20.500.13032/25595

Stark, E. (2007). Coercive control: How men entrap women in personal life. Oxford University Press.

Stark, E., & Hester, M. (2019). Coercive control: Update and review. Violence Against Women, 25(1), 81–104. https://doi.org/10.1177/1077801219850186

Young, J. E., Klosko, J. S., & Weishaar, M. E. (2003). Schema therapy: A practitioner’s guide. Guilford Press.

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Soy Silvia Duran, psicóloga desde hace más de 10 años, y estoy especializada en ayudar a mis pacientes a solventar problemas.
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