El caso de Marta – Abuso intrafamiliar

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Sílvia Duran

Doctora en Psicología y Psicóloga Sanitaria

Su vida iba bien, pero sentía que había algo roto en ella. Sólo encontraba gente que la trataba mal, y no sabía por qué. Seguía viviendo, tenía la autoestima por los suelos, carecía de autoconcepto, se sentía sumamente perdida. No se reconocía, no sabía quién era ella y no entendía la razón. Subsistía por inercia. Ella es Marta, y sólo buscaba una respuesta, un sentido.

Vivió algunas relaciones de maltrato, tendía a la hipersexualización para conseguir sentirse valiosa. Poco a poco fue observando que su vida debía cambiar ya que se iba autodestruyendo. Decidió acudir a terapia y se atrevió a conocer su historia.

En una de las sesiones de terapia EMDR, con los ojos cerrados e inmersa en sus recuerdos, lo descubrió: ella era víctima de abusos sexuales intrafamiliares. A los 17 años su tío abusó de ella bajo el efecto de drogas:

“Al día siguiente aún lo recuerdas pero piensas que es tu culpa, que tu has provocado, en parte, esa situación, y sientes vergüenza, tienes miedo a que te juzguen y no dices nada. Al día siguiente también, pero poco a poco llegas a olvidarlo y piensas que solo fue una pesadilla. Ese recuerdo queda encerrado en un cofre bajo llave del que ya no no recuerdas pero te influye”.

Qué clarificador y difícil fue encarar la realidad ¿Cómo se acepta un recuerdo tan grotesco? Esta era una de las preguntas que rondaban por la mente de Marta. Era un manojo de contradicciones, ¿cómo se podía sentir víctima y culpable a la vez? Disociaba lo que le había pasado: no podía procesar que aquello fuera verdad. 

“Hay días sobretodo por las noches en los que siento que todo paso de verdad, que se portó muy mal conmigo, no me merecía lo que me hizo, yo no soy la culpable, yo no hice nada para merecerme esto. Pero al día siguiente vuelvo a la realidad y pienso que no ha podido suceder que los flashbacks que tengo tienen que estar distorsionados y, ¿si no paso? y si mi mente se lo ha inventado…

¿Cómo podía haber vivido algo como aquello? De repente toda su identidad se tambaleaba. 

El recuerdo era borroso, pero los olores, la indefensión y el miedo estaban grabados para siempre en su cerebro desde ese día. Además, esa atrocidad no provenía de un desconocido, sino que formaba parte de un círculo muy cercano a ella. Esto la hacía sentir aún peor, y lo complicaba todo muchísimo más.

Se sentía marcada, una muñeca rota. No sabía cómo explicárselo a su familia, él era su tío, uno de sus cuidadores más cercanos. Y, en quien podía confiar para sacar todo esto que llevaba dentro ¿cómo le mirarían sus amistades? No quería ser objeto de compasión ni que este hecho la etiquetara. Quizás esta es la parte más dura del proceso. Que tu mundo conozca lo que has llegado a sufrir.

Su hermana fue el primer paso para deshacerse de dicho lastre. A partir de ella, llegó el día en el que se lo comentó a su familia. Y poco a poco algunas de las amistades más cercanas. Durante ese proceso, la gente se preguntaba cómo no sentía odio, cómo no deseaba venganza. Ella sólo quería no ver jamás a quién le dañó. No quería ningún tipo de consecuencia, ya que sabía que él mismo se había cavado la tumba con sus hábitos y mala vida.

Otro de los puntos más importantes para superar aquella pesadilla fue rodearse de personas que habían pasado por experiencias similares a la suya. Le parecía espectacular y horroroso a la vez que cada vez que decía que habían abusado de ella había alguna chica que decía “a mi también me paso”. Eso le hizo ver que no estaba sola, que nunca lo había estado. Y que su horrible experiencia podía llegar a ayudar a muchas personas que hubieran pasado por experiencias similares. Y en cierto modo, esto le resultó a Marta, clave para sanar, “lo que un día te hundió puede llegar a salvar a otras personas, y esto nos puede aportar mucha fuerza”.

Conforme iban pasando los meses, sin darse cuenta su día a día iba cambiando ya había acudido a algunas sesiones  de psicoterapia,  había conocido  la técnica EMDR, había abierto nuevas formas de ver su vida al conocer por ejemplo su tipo de apego, hablar en sesión de sus relaciones familiares entre otras. También empezó a mostrar interés y empaparse de algunos libros feministas, acudió a formaciones y conoció nuevos conceptos y situaciones que podrían equipararse en parte a la suya. También pasó por momentos en los que se sentía estancada pero miraba con perspectiva hacía atrás y veía sus avances.

Y es por ello que actualmente Marta sabe que no tiene porque callar si no quiere. No debe esconder la cicatriz como si fuera su torpeza, impureza o delito, como si fuera algo de lo que debe avergonzarse o castigarse. Sabe que lo que pasó forma parte de su historia, y ojalá nunca hubiera sido así, pero eso no le impide seguir, y la hecho en parte ser como es y ser mejor cada día. Es consciente de que fue víctima, pero ese no es su nombre, ni el de nadie que haya pasado por un infierno similar. Ella es perfecta tal y como es.

La historia de Marta existe para que tú, que te has sentido perdida, que vives con este trauma, y no sabes hacia dónde ir, sepas que hay salida, que vale la pena, que eres fuerte. Que nos abrazamos entre todas, y sabemos que no es tu culpa. Que todo lo que sientes tiene cabida, valor y sentido. Y que mereces ser feliz igual que cualquier otra persona en el mundo.

¡Hola!

Soy Silvia Duran, psicóloga desde hace más de 10 años, y estoy especializada en ayudar a mis pacientes a solventar problemas.
  Quédate por aquí para saber más sobre cómo puede ayudarte la psicología en la relación contigo mismo.

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