El caso María – (In)fertilidad

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Sílvia Duran

Doctora en Psicología y Psicóloga Sanitaria

Tenía 33 años cuando la doctora me dijo, María tu reserva ovárica es muy baja. En ese momento me quedé en shock y me pasaron mil cosas por la cabeza. La doctora en ese momento te empieza hablar sobre la INFERTILIDAD.

Muchas de las cosas que te dice apenas las entiendas y aparte, en ese momento tu cabeza va sola. De lejos, oyes que te dice: la lista de espera es muy larga, no sé si estaremos a tiempo, te recomiendo que vayas por privado.

Reserva ovárica baja, no sabía apenas lo que quería decir. Estaba muy confundida con toda la información que me había dado.  Ahora sé que lo que quería decirme es que tenía muy pocos óvulos para quedarme embarazada de forma natural.

Salí preguntándome ¿Qué he hecho mal? ¿Fue esa vez que me tomé la pastilla del día después? No, seguro que ha sido por trabajar demasiado, el estrés. Sea como sea, es mi culpa. Algo no he hecho bien para que me esté pasando esto.

Las mujeres tienen hijos sin querer y yo que quiero no puedo, ¡qué injusto y doloroso! ¿Cómo puede ser? ¿por qué a mí? ¿Eso quiere decir que no podré tener hijos? 

Aquí descubrí un nuevo mundo, el mundo de la reproducción asistida. Empecé a leer siglas y palabras que nunca había escuchado: IA, FIV, VO, TRANSFE, BETAESPERA… El proceso emocional que debes atravesar es lo más tortuoso de todo esto. En algunos momentos, miré a mi pareja y le pedí perdón porque sentía que todo esto que estaba sucediendo era mi culpa. Incluso pensé que algún día me dejaría por todo aquello.

Tenía un horroroso vacío en el estómago que nadie me aliviaba y un dolor indescriptible, incluso llegué a pensar que no servía como mujer porque esa era mi función. Sin duda, nunca había sido tan dura conmigo misma.

Estuve yendo a varias clínicas y notaba que cada doctor cambiaba un poco su discurso. Pero el factor común era que me daban esperanzas de que todo iría bien. A pesar de ello, salía de cada una de las consultas pensando que no tenía nada claro. Nadie te prepara para que pase algo así en tu vida. Sin mencionar el dinero. Presentaban presupuestos muy elevados, que no tenía ni idea de cómo podría pagar.

Pasaba el tiempo y poco a poco iba mentalizándome de esta nueva e inesperada situación, aunque no la olvidas. Ves que las personas de tu alrededor que con más facilidad que tu han conseguido lo que tu deseas. Los quieres y quieres alegrarte por ellos y lo haces, pero el dolor es muy grande.

Un día entré en una de las clínicas. En la sala de espera me fijé en unos folletos. Decidí hojearlos, esperando una respuesta que sabía que no iba a encontrar. Aun así, leí algo en diagonal: “fecundación in vitro con donación de ovocitos”. Por el nombre intuí de lo que se trataba, pero me sorprendió que nadie me hubiera hablado de esta posibilidad.

Cuando ya llevaba un tiempo en este recorrido, empecé a contarlo a mis amigos. Me di cuenta de que, cada vez que sacaba el tema, encontraba alguna persona que en ese momento estaba pasando por lo mismo que yo. Vi que no era la única, eso me ayudaba. 

Una de mis amigas también tenía reserva ovárica baja. Otra de ellas, endometrosis. Varias conocidas compartieron sus casos particulares conmigo. Todas ellas casos distintos. Todas ellas vivencias similares. Mantengo el contacto con ellas.

Yo decidí realizar una fecundación in vitro con donación de ovocitos. Otras se decantaron por otros caminos, no hay una opción correcta. Cada una escogió des de su esperanza, su dolor y su historia vital.  Algunas de ellas siguen en el camino.

Tuve que pasar por el duelo genético y algunas personas de mi entorno no entendieron mi decisión. Pero sin duda, contar con la ayuda de mis seres más queridos, mi pareja y el acompañamiento de mi psicóloga me ha permitido recorrer el camino con entereza.

Cuando Sílvia me pidió compartir este relato me convenció la idea de mostrar a otras personas que no estáis solas. Nadie está preparado para un recorrido como este. Recuerda: compártelo, suéltalo y sobre todo ten bien claro que nunca será tu culpa.

 

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Soy Silvia Duran, psicóloga desde hace más de 10 años, y estoy especializada en ayudar a mis pacientes a solventar problemas.
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