La Navidad es una época llena de magia, ilusión y encuentros, especialmente para niños y niñas. Sin embargo, también es un periodo especialmente intenso a nivel emocional y sensorial. El aumento de estímulos, los cambios en las rutinas y la convivencia de muchas emociones distintas pueden generar sobrecarga emocional y, con ello, estrés y ansiedad.
Un concepto clave para entender todo esto es el de la ventana de tolerancia. Podemos imaginarla como una olla donde se van metiendo las emociones, los estímulos y todo lo que va pasando a lo largo del día. Mientras la cantidad es adecuada, el niño o la niña se siente tranquilo, seguro y capaz de gestionar lo que ocurre a su alrededor. Pero cuando entran demasiadas cosas de golpe (ruidos, planes, cambios, emociones intensas) la olla puede llenarse en exceso y entonces aparecen el nerviosismo, la irritabilidad, el llanto o el bloqueo.
No todos los niños y niñas viven la navidad de la misma manera. Por ello, es fundamental tener en cuenta estos factores y contar con herramientas que ayuden a acompañarlos y facilitar su regulación emocional durante este periodo.
Falta de rutina
Durante la Navidad, los niños y niñas pasan de una rutina estructurada (escuela, horarios de sueño, comidas y actividades) a un periodo con mayor flexibilidad y menor organización. Esta transición puede favorecer la aparición de desorientación, inseguridad, irritabilidad, alteraciones del sueño, cansancio acumulado y dificultades para gestionar sus emociones.
La investigación muestra que las rutinas diarias son un factor clave de protección para el bienestar emocional, conductual y familiar, ya que aportan estabilidad, previsibilidad y sensación de seguridad (Major et al., 2023). Cuando esta estructura desaparece por completo, los niños y niñas pierden referencias claras en su día a día, lo que les dificulta sentirse seguros, tranquilos y organizados emocionalmente (Cepni et al., 2025).
Recursos y propuestas prácticas:
- Mantener horarios estables de sueño y comidas.
- Crear una estructura mínima del día (momentos de juego, descanso, actividades, tiempos tranquilos).
- Buscar un equilibrio entre cero rutina y una rutina extrema, adaptándola al periodo de vacaciones.
- Anticipar cambios de horarios cuando haya planes especiales (cenas, viajes, encuentros).
Saturación y sobrecarga: exceso de estímulos y activación del sistema nervioso
La Navidad es una auténtica explosión de estímulos: luces, música, ruidos, encuentros sociales, regalos, actividades constantes, viajes… Todo ello genera una gran activación a nivel sensorial y emocional. Aunque muchos de estos estímulos sean positivos, cuando se acumulan en exceso pueden sobrepasar la capacidad de regulación del niño o la niña, haciéndole salir de su ventana de tolerancia y dando lugar a saturación, que puede mostrarse con irritabilidad, nerviosismo, llanto, conductas impulsivas o bloqueos. Las investigaciones muestran que un entorno con menos sobrecarga puede ayudar a mejorar la regulación emocional (Ben-Sasson et al., 2023), menos puede ser más cuando hablamos de bienestar emocional.
Recursos y propuestas prácticas:
- Anticipar los planes: explicar con tiempo qué va a pasar, con quién se encontrarán, a dónde irán. La previsibilidad calma al sistema nervioso.
- Crear momentos de calma cada día: espacios sin ruidos intensos, sin pantallas, con luces suaves.
- Regular la cantidad de planes y actividades: no es necesario llenar todos los días de eventos.
- Respetar las señales de cansancio o saturación del niño o la niña.
Variabilidad de emociones durante la Navidad
La navidad no solo despierta alegría o ilusión en lxs niñxs, también pueden aparecer:
- Vergüenza en encuentros familiares
- Rabia si no se cumplen expectativas (regalos, planes)
- Tristeza, añoranza o frustración (pérdidas recientes, separaciones)
- Celos entre hermanos, primos.
- Cansancio emocional
Todas estas emociones son normales y legítimas, aunque socialmente la navidad esté muy asociada a la felicidad obligatoria. Cuando un niño o una niña no se siente como “debería” sentirse, puede vivir culpa, confusión o incomprensión.
Aquí es donde entra en juego la corregulación emocional, es decir, la capacidad del adulto de acompañar emocionalmente al niño para que este pueda poner nombre, entender, validar y regular sus emociones (Paley & Hajal, 2022). Las investigaciones muestran que los niños aprenden a regular sus emociones a través del vínculo y el compartir sus emociones con los adultos (Parenteau et al., 2020), cuando un niño se siente comprendido emocionalmente, puede volver con mayor facilidad a su ventana de tolerancia.
Recursos y propuestas prácticas:
- Validar las emociones: poner nombre a lo que siente sin juzgar (“entiendo que estés enfadado”, “veo que estás triste”).
- Acompañar desde la calma: la regulación del adulto es el principal regulador del niño.
- Presencia y empatía: ofrecer escucha y seguridad emocional (“entiendo que ahora te sientas así”, “entiendo que pueda ser complicado”).
- Crear un pequeño “kit de calma”: tener preparadas algunas herramientas que les ayuden a regularse (respiraciones, dibujo, rincón tranquilo, objeto que les calme) y acompañarlos a elegir la que necesiten en momentos de sobrecarga.
- Crear un kit de recursos y en momentos de sobrecarga ayudarles a encontrar cuales necesitan
- Evitar minimizar lo que sienten: no restar importancia a sus emociones (“no es para tanto”, “en navidad no se está triste”).
La Navidad es una época especial, pero también compleja a nivel emocional, especialmente para niños y niñas. Acompañarla desde una mirada consciente implica mantener una mínima estructura, ajustar la cantidad de planes y estar disponibles emocionalmente.
Disfrutar la Navidad no significa hacerlo todo ni estar siempre felices. Significa vivirla desde el equilibrio, la flexibilidad y el respeto por las necesidades emocionales de nuestros hijxs. Cuando ofrecemos presencia, validación y apoyo, les ayudamos a transitar estos días con más calma y a disfrutar de lo que realmente importa.
Bibliografia
Ben-Sasson, A., Podoly, T. Y., & Lebowitz, E. R. (2025). The role of pediatric sensory over-responsivity and anxiety symptoms in the development of family accommodations. Child Psychiatry & Human Development, 56(1), 134-141.
Cepni, A. B., Kirschmann, J. M., Rodriguez, A., & Johnston, C. A. (2025). When Routines Break: The Health Implications of Disrupted Daily Life. American Journal of Lifestyle Medicine, 15598276251381626.
Major, S. O., Alves, M. P., Cunha, A. I., Pereira, C. F., & Jordan, S. S. (2023). School-age child routines: Adaptation and validation studies of the Portuguese version of the Child Routines Questionnaire. Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment, 45(1), 221-233.
Paley, B., & Hajal, N. J. (2022). Conceptualizing emotion regulation and coregulation as family-level phenomena. Clinical child and family psychology review, 25(1), 19-4
Parenteau, A. M., Alen, N. V., Deer, L. K., Nissen, A. T., Luck, A. T., & Hostinar, C. E. (2020). Parenting matters: Parents can reduce or amplify children’s anxiety and cortisol responses to acute stress. Development and Psychopathology, 32(5), 1799-1809.
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