¿Qué es el estrés?
Definiríamos el estrés como un estado de tensión nerviosa en el que se desarrollan múltiples reacciones fisiológicas y psicológicas. En todas ellas toman parte tanto el sistema nervioso, como el inmunitario y endocrino.
Los motivos que causan este estado pueden ser muy variados: laborales, académicos, conflictos sociales, conflictos sentimentales, nacimiento de un/a hijx, traumas…
El Instituto Nacional de Estadística apunta que casi el 60% de los trabajadores ha sufrido estrés en su puesto de trabajo. No obstante, el estrés en pequeñas dosis y/o cortos episodios puede ser positivo ya que ese estado de tensión ayuda, en ocasiones, a reforzar nuestros límites y así aumentar nuestra autoestima. Es en las situaciones de estrés prolongado y sostenido en el tiempo, cuando puede convertirse en un problema de salud.
El estrés nos pone en alerta cuando nuestro sistema nervioso detecta alguna amenaza en el exterior. Es entonces cuando se produce una sensación de alarma que pone a funcionar diversos mecanismos fisiológicos para que el organismo esté preparado para hacerle frente y/o huir.
Por ello, se produce un claro aumento de la actividad de ciertos sistemas como aumento de las hormonas de la adrenalina, noradrenalina, cortisol, epinefrina, etc. Además de la dilatación de las pupilas, mayor contracción del colador, incremento de la energía muscular y/o agudización del sentido del oído. Sin embargo, la actividad de otros sistemas disminuyen para hacer frente a la situación de amenaza que el sistema ha reconocido: disminución del flujo sanguíneo en el sistema digestivo, disminución del sistema inmunitario…
Cabe destacar que una vez superado el estado de tensión, todos los mecanismos y sistemas vuelven a su actividad normal.
¿Qué tipos de estrés hay?
Según la Asociación Americana de Psicología, existen tres tipos de estrés:
1. Estrés agudo: suele ser el más común, es el tipo de estrés que se da a corto plazo y que desaparece rápidamente. Normalmente, se debe a una tensión puntual a causa de un evento concreto. 2.Estrés crónico: este tipo de estrés se prolonga en el tiempo y es por eso que es el más perjudicial ya que el cuerpo puede reconocer como normal la hormona del estrés y, a la larga, puede provocar problemas cardiovasculares, digestivos, respiratorios, trastornos del sueño…
3. Estrés traumático/postraumático: este tipo de estrés se manifiesta cuando la persona ha sufrido un trauma o una experiencia traumática.
Síntomas del estrés
¿Cómo podemos identificar si sufrimos de estrés? A continuación se presentan varios síntomas relacionados con este estado que hemos definido anteriormente:
· Diarrea estreñimiento
· Ansiedad
· Cansancio y falta de energía
· Dolores de cabeza y/o migrañas
· Falta de concentración y/o memoria
· Trastornos del sueño
· Insomnio
· Pérdida o aumento de peso
· Irritabilidad
· Depresión
· Tensión muscular
· Aumento de la presión sanguínea
· Incremento del ritmo cardíaco
· Problemas para respirar
· Palpitaciones
· Malestar gastrointestinal
¿Cómo gestionar el estrés?
El primer paso, debe ser tratar de identificar cuál es o son las causas de esa tensión en nuestro sistema nervioso. Por ejemplo, en los casos de estrés en el trabajo o estrés postraumático, normalmente, el origen es evidente, pero en otros casos en los que no consigamos concretar la causa, sería beneficioso acudir a un profesional para que nos ayudara a descubrirlas.
Realizar distintas actividades puede ayudarnos a disminuir la hormona principal del estrés, el cortisol. A continuación se presentan múltiples consejos que puedes seguir para mejorar ese estado.
· Hacer deporte: la actividad física reduce las hormonas del estrés y, además, libera endorfinas (hormonas responsables de nuestro estado de ánimo).
· Cuidar la alimentación: evitar la cafeína y los productos procesados.
· Técnicas de respiración: estas técnicas son útiles para enfrentar los cambios que ocurren como consecuencia del estrés.
· Mindfulness: técnica de atención que permite observar y prestar conciencia en las cosas que tenemos a nuestro alrededor.
· Exprésate a través del arte: utilizar el arte para crear algo nuevo te puede ayudar a reducir los niveles de cortisol.
· Interacción social y los abrazos: cuando das un abrazo, tu organismo libera oxitocina, hormona asociada al amor y la felicidad.
Vivimos en una sociedad que está constantemente sacudiéndonos con el estrés y nos acostumbramos a convivir con él. Tratar de evitar el estrés prolongado en el tiempo es vital para poder disfrutar de nuestra salud y vida cotidiana.
Bibliografía y artículos relacionados
¿Qué es el estrés y cómo nos afecta?
Nutrición, ejercicio físico y psicología. ¿Están unidos? – Parte 1 | Silvia Duran
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